sábado, 21 de mayo de 2011

De Idiosincrasia Española (y forzadamente Mexicana)

Un par de parrafos del libro El Capitan Alatriste de Perez Reverte para entender porque somos como somos los mexicanos y los españoles.
Para entender que criterios elegimos para engrandecer a quienes engrandecemos.

De los efectos de nuestra idiosincrasia en nuestra cultura popular podría citar muchos ejemplos, pero a uds les vendrán a la cabeza mas que suficientes después de estos dos párrafos.

Mas clara el agua.

"Recuerdo bien, y creo sucedió durante la fiesta de toros del príncipe de Gales o en alguna posterior, que uno de los animales, por su bravura, no podía ser desjarretado ni reducido; y nadie, ni siquiera las guardias española, borgoñona y tudesca que guarnecían el recinto, osaba acercarse a él. Entonces, desde el balcón de la Casa de la Panadería, nuestro Rey Don Felipe, con tranquilo continente, pidió un arcabuz a uno de los guardias, y sin perder la mesura real ni alterar el semblante con ademanes, lo tomó galán, bajó a la plaza, compuso la capa con brío, requirió el sombrero con despejo, e hizo la puntería de modo que encarar el arma, salir el disparo y morir el toro fue todo uno.
El entusiasmo del público se desbordó en aplausos y vítores, y se habló de aquello durante meses, tanto en prosa como en verso: Calderón, Hurtado de Mendoza, Alarcón, Vélez de Guevara, Rojas, Saavedra Fajardo, el propio Don Francisco de Quevedo y todos los que en la Corte eran capaces de mojar una pluma, invocaron a las musas para inmortalizar el lance y adular al monarca, comparándolo ora con Júpiter fulminando el rayo, ora con Teseo matando al toro de Maratón.


Para que vean vuestras mercedes lo que son las cosas, y lo que somos España y los españoles, y cómo aquí se abusó siempre de nuestras buenas gentes, y lo fácil que es ganarlas por su impulso generoso, empujándonos al abismo por maldad o por incompetencia, cuando siempre merecimos mejor suerte. Si Felipe IV se hubiera puesto al frente de los viejos y gloriosos tercios y hubiera recobrado Holanda, vencido a Luis XIII de Francia y a su ministro Richelieu, limpiado el Atlántico de piratas y el mediterráneo de turcos, invadido Inglaterra, izado la cruz de San Andrés en la Torre de Londres y en la Sublime Puerta, no habría despertado tanto entusiasmo entre sus súbditos como el hecho de matar un toro con personal donaire..."


El Capitan Alatriste
Arturo Perez-Reverte
Madrid 1996